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El carafal

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El motivo por el que se empezó a montar el tan característico carafal allá por los años 70 ya era la rivalidad que había con la calle vecina, ya que en la parte baja del recinto alguna vez se ponía un carafal en el que subía mucha gente contraria para ver el toro. Fue entonces, cuando la peña decidió montar un carafal en esa zona donde pusieron, con tan sólo la ayuda de unos bidones y unas tablas en el suelo para poder subirse, construyendo todo el alrededor de madera. De esta manera, la peña podría disfrutar de los días de vaquillas, ya que entonces se hacían tres o cuatro días, siendo una auténtica fiesta. De este modo, y por primera vez se propuso contratar una charanga para que aquellos que pudieran pasárselo en grande cada tarde con la merienda típica.

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En 1984 se planteó la posibilidad de renovar dicho carafal, en la que aparte de la cuota anual se pagaron 9.000 pesetas (54€) cada socio para su construcción. Para esas fiestas del mes de agosto la Peña San Joaquín luciría uno de los mejores carafales, de grandes dimensiones y con una estructura de hierro, que era la sensación de las fiestas. â€‹

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